viernes, 19 de agosto de 2016

Descubriendo La Vera: Madrigal de la Vera

Como os decía nada más empezar mis vacaciones y, como lo prometido es deuda, os voy a contar en éste y en post sucesivos, lo que considero mi descubrimiento en cuanto a pueblos con encanto: Madrigal y Villanueva de la Vera.

Puente romano en Madrigal de la Vera
Enclavado en el límite entre Castilla y León y Castilla La Mancha, se encuentra este pueblecito perteneciente a la denominada "Comarca de la Vera" al norte de la provincia de Cáceres y a los pies de la Sierra de Gredos, cuenta con el privilegio de beber de las aguas de la "Garganta de Alardos".

Ya sabéis que siempre me gusta contaros un poco la historia del lugar que visito, y ésta vez, no va a ser menos.
Madrigal de la Vera data del neolítico y calcolítico, prueba de ello son los objetos recogidos en diversas excavaciones arqueológicas como por ejemplo, la necrópolis encontrada en las proximidades al núcleo actual de la ciudad, que data aproximadamente de los siglos V - IV a.c.
Sin embargo, es en el S. XIII cuando aparece por primera vez en los libros, pero no con esa nomenclatura, sino como Madrigalejo. Es en esta etapa histórica cuando pasa a depender al Señorío de Valverde por obra y gracia del Rey Sancho IV.

En 1.835 se independizó de dicho Señorío contando con apenas 70 vecinos. A medida que fueron pasando los años, la localidad fue creciendo gracias a su riqueza y privilegiadas tierras siendo así que llegaron a convertirse en más de 3.000 habitantes hacia los años 60 del pasado siglo, pero en las décadas 70 a 90, como consecuencia del éxodo rural, Madrigal de la Vera vio mermada su demografía. A día de hoy, hay alrededor de unos 1.500 habitantes.

¿Cuál ha sido mi experiencia aquí? Pues bien, he de deciros que estaba un poco escéptica en cuanto al pueblo en sí, pensaba que era el típico pueblito pequeño, de cuatro casas, y sin  mucho más, pero me equivoqué. Sí que es cierto que el centro como tal, es pequeño, que no deja de ser un pueblo, con su Iglesia, su Casa Consistorial y poco más, pero tiene unas piscinas naturales y un río donde bañarte y relajarte...increíbles. 

Me enamoré de este lugar. Sus gentes son muy amables y campechanas y la comida, como en toda Extremadura, exquisita.

Tuve la oportunidad de alojarme en el Hostal El Cardenillo, con unas vistas desde la habitación hacia la Garganta de Alardós (os pongo una imagen de ella un poco más abajo para vuestro deleite -no está tomada desde la habitación, pero sí desde enfrente de la puerta del hostal-), espectaculares. Las personas que lo llevan siempre muy pendientes de sus alojados y muy majos, la verdad. Es un hostal pequeño, acogedor y familiar, y como os digo, enclavado en un precioso entorno natural.

Garganta de Alardos

Espero que os haya gustado esta entrada y que os animéis a conocerlo, estoy segura de que os encantará.

¡Hasta la próxima!






No hay comentarios:

Publicar un comentario